La fe de Abraham
Abraham estuvo dispuesto a hacer algo que la mayoría de las personas no estarían dispuestas a hacer: sacrificar a su hijo.
Abraham al igual que el Padre Celestial estuvo dispuesto a sacrificar a su único hijo. Pero ¿de dónde sacó Abraham la fuerza para hacerlo? Él era un hombre como todos nosotros, claramente no fue fácil hacerlo, pero Abraham tuvo fuerza en la palabra de Dios, porque el Eterno le había prometido que en Isaac tendría descendencia.
Génesis 17:19, 21
19 Pero dijo ’Elohim: De cierto Sara tu mujer te dará a luz un hijo, y tú llamarás su nombre Isaac, y estableceré mi pacto con él por pacto perpetuo para su descendencia después de él.
21 Pero mi pacto lo confirmaré con Isaac, que te parirá Sara, por este tiempo, el año próximo.
Abraham sabía que no podía perder a su hijo así como así, tampoco se trataba de que Dios le daría otro hijo en lugar de Isaac, porque ’Elohim fue específico y le dijo que el pacto sería establecido con Isaac. Por esta razón, Abraham pensó que Dios resucitaría a Isaac.
Hebreos 11:17-19
17 Por fe Abraham, habiendo sido probado, ofreció a Isaac, y el que recibió las promesas ofrecía a su unigénito
18 (respecto al cual fue dicho: En Isaac te será llamada descendencia),
19 pensando que Dios es poderoso para levantar aun de entre los muertos, de donde, en sentido figurado, también lo volvió a recibir.
Durante los 3 días de viaje, Abraham miró a Dios y a la promesa que le hizo, por eso tuvo fuerza y estuvo dispuesto a sacrificar a su propio hijo.
Abraham tenía de donde afirmarse y sacar fuerzas, tal vez, sin esa promesa Abraham hubiese desfallecido y caído en una angustia tremenda, de cierto modo es como ir a la batalla sin un arma, y en este caso el arma de Abraham era la promesa hecha por Dios.
Nuestra fuerza como creyentes en el Eterno proviene de Él, y no es la intención de Su corazón que al pasar por dificultades no tengamos de donde aferrarnos, por eso nos ha dado Su palabra y promesas a cada uno. Nuestra esperanza y fortaleza están en el Señor, ya que sin Él estaríamos perdidos y desamparados.
No dejemos de mirarlo a Él porque en Él está la verdadera fortaleza.
Salmo 62:11
Una vez habló ’Elohim, dos veces he oído esto: Que la fortaleza está con ’Elohim.